Saqueadores
Los empresarios argentinos son geniales cuando el Estado pone la plata. La casta empresarial argentina está muy lejos de algún atisbo de patriotismo. Ninguno de la generación de Paolo Rocca o Franco Macri o Eurnekian o Pagani o cualquiera de los dinosaurios de las corporaciones argentinas tiene un gramo de sangre nacionalista. Eso que empezaron con Perón.
Juegan en los carriles de los negocios anclados en los paraísos fiscales; parece que invierten en el país pero si lo hacen porque forma parte de su cadena estratégica de abastecimiento. No son empresas que aminoran el natural margen de lucro para sostener el bienestar de los argentinos. La virtud no se termina con dar trabajo. La virtud se redondea cuando el pueblo argentino puede comprar alimentos, bienes generales de consumo y el bienestar de la población se recicla en un círculo virtuoso. Lo que vimos de los grupos económicos agrupados en el llamado Circulo Rojo, Asociación de Empresarios Argentinos, La Sociedad Rural y otras corporaciones o cámaras empresariales es la voracidad, la extrema tendencia a esquilmar al Estado o aprovecharse al máximo de la debilidad de los más necesitados. Todos recuerdan lo que decía el dueño de la cadena de negocios La Anónima cuando se jactaba a carcajada batiente que su efusiva actividad era la remarcación de precios. Y en todos los rubros pasó algo parecido como una epidemia de egoísmo porque desde hace varios años estos grupos económicos vienen ganando fortunas inconmensurables. En este tramo del gobierno anarco colonialista no pararon de aumentar los precios aunque producen la mitad de su capacidad instalada y venden menos. Es un robo del salario a cielo abierto ya sea por el retraso de los aumentos laborales o bien por el costo de vida, dado que le sacan el pan de la boca a los argentinos.
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