CIRUELAS AGRIAS

Dedicado a mi sobrina Adriana, que reside en Italia.

Te fuiste cuando comenzaban a florecer los ciruelos en mi casa,
Y en Europa el verano se auguraba la vendimia.
Todo cambia como cambia el manjar de una trampera
Para una hambrienta y solitaria rata.
Se cristaliza la sangre en el corazón de los tontos sensibles.
De los que damos lo poco o mucho de bueno que tenemos.
Sin embargo se confirma la indescifrable dicotomía del destino.
La bifurcación del alma entre la luz y el mal , el bien y el egoísmo.
El ladrón y el monje pueden mamar la misma leche materna
Pero el misterio está en el camino y en la libertad de los pasos.
Hay quienes hacen , edifican , y se dejan morir por lo inmediato,
Aseguran todo lo asequible y regatean a lo persa el sentimiento.
Quienes somos filatelistas de recuerdos y ternuras en pétalos,
Tenemos la rara habilidad de canjear alegrias y tristezas.
Puedo recordarte, pequeña, 6 años o cinco, jugando, corriendo.
Escondiéndote de tu hermana en los eucaliptus del parque Aguirre.
Reían, simplemente reían, como ya nunca más las escuché reir.
Ahí fue cuando la vida las creció, las hizo mujeres
y les contó las causas del dolor.
Quienes somos ropavejeros del alma
Tenemos por única riqueza lo aprendido.
El pecho es el cofre donde se guardan las mejores alhajas.
Las risas de la infancia. Me quedo con eso.

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