Devolver un mundo parecido al que encontramos
Nosotros, los que pasamos los 50, tenemos la urgencia de acomodar el pequeño mundo que nos toca. Al menos la imperiosa necesidad de conciencia de dejar al mundo como lo encontramos. Sé que es una apuesta ilusoria, aunque creo que hay lugares en la tierra que todavía la dañina ambición del hombre mediocre, materialista No ha llegado.
Como lobos de la manada, los veteranos debemos ir adelante, porque este mundo está en peligro. Nuestra generación tuvo todo para soñar, lo hizo y dejó la sangre en tierra, pero resulta que había traidores en nuestras filas. Una clase de traidores desalmada, sin otra creencia de lo que podía juntar para una vida tan exigua, escasa y pobre aunque haya conseguido millones de dólares, miles de bienes materiales.
Esos se llevaran las entrañas de la tierra y nos se saciarán; beberán toda el agua de los manantiales y no apagaran la sed. Es una especie humana rota. Una que vino a la tierra a quedarse en la tierra para siempre.
Por ello y para ello, vendió el alma al diablo, a su madre. Porque resulta natural que haya millones que hagan el bien al prójimo y haya pocos que solamente acopien para sí mismos. El egoísmo, la egolatría no es un orden natural del hombre, sino una imposición degenerada del alma humana a un portador sano de conciencia universal que llegó en el vientre de una madre.
Andan ellos entre nosotros disfrazados de humanos pero nada tienen por dentro; el corazón como piedra. Se reconocen visiblemente porque gobiernan, presiden, encabezan. Miren ustedes como está el planeta; con cuántas guerras en simultáneo. Nadie puede justificar que eso es devenido del cielo sino del inframundo. El mundo duplicado también tiene su cielo ceniciento.
El mundo se salva cada vez que nace una flor, que silba un pájaro nuevo, que un niño se amamanta con la mirada puesta en los bordes suaves de la luz que lo arropa. No es posible aceptar que el mañana No tenga otro despertar.
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