Desde el niño

En la siesta sin duendes, la torcaza

suave canto, rompe el silencio

Una brisa caliente mece las malvas

contra un celeste, infinito cielo. 


Las verdes serranías del oeste

recortan el paisaje a lo lejos

y la luz se va por el camino

quebrando a su paso los espejos. 


Un niño en la siesta es un curioso

un mago, un alquimista aventurero

Amo a ese chango de ayer, sin palabras

que descubría de la vida su misterio. 


Ese niño que mira hacia el mañana

sentado en la casa del abuelo

llena su  vida de colores propios

para colmar los ojos de recuerdos.


Cantan coyuyos a vainas doradas

sacan la miel y la savia sagrada

hacia la represa de sol reflejada

el viejo algarrobo inclina sus ramas


Vuela ese niño en columpio de lata

con esa niña que ríe en su danza,

hablan las catas, los nidos en talas,

aquella alegría, es tierna añoranza.


Viene ese candor a mi pecho

de la inocencia más pura del alma

lloran mis ojos lágrimas dulces

por ese niño de ayer que ha vuelto a casa.


Alcides Cruz



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